Había pasado la tarde encerrada en el estudio, retransmitiendo unas noticias propias de un día especialmente horrible; un padre había asesinado a sus tres hijos en un río hacía apenas unas cinco horas.
Al apagar la radio, a las nueve en punto, ya no había nadie en el estudio. Me sentía especialmente sola esa noche. No tenía ningunas ganas de volver a casa.
Encendí la lamapara e iluminé el confortable espacio común, donde yacían los restos de comida y las tazas vacías de los cafés bebidos durante la jornada. Ray se había dejado, como siempre, su gabardina en el perchero; prediciendo que mañana no haría frío. Sentí un leve mareo, un temblor que me asustó.Fuí al baño a lavarme la cara. Annie se había dejado el pintalabios. Al pintarme los labios y mirarme al espejo me sentí mucho mejor, me sentía guapa esa noche. Al volver al salón me estiré en la gran butaca verde de terciopelo y observé como empezaba la noche al otro lado de la gran ventana. Empezaba a llover; quizás Ray hubiera fallado su predicción esta vez. Me encantaría...
Cuando me dí cuenta me estaba quedando dormida, así que me levanté y cerré el estudio. Lo único que me faltaba era que me despertaran mis compañeros por la mañana.
Paseé durante unos veinte minutos hasta llegar a la Casa de Rojo. Al entrar saludé al portero, que me besó en la mejilla.
- Buenas noches preciosa
- Buenas noches Richard
La sala de abajo estaba vacía. Me senté en la barra y pedí mi gintonic. Ben me lo sirvió con una sonrisa.
Lo bebí lentamente, observando las parejas que hablaban y se besaban a mi alrededor. Me percaté que en el rincón más oscuro de la Casa de Rojo había alguien que observaba algo con muchísima atención. Quizás fuera a mí, quizás no.
Fumaba un cigarrillo que se encendía y apagaba en la oscuridad cuando aspiraba y expiraba, de forma muy intermitente.
Mientras le observaba alguien se me acercó y me cogió de la cintura muy suavemente.
- Hola
- Hola
- ¿Quién eres?
- Soy Louis
- Hola Louis, yo soy Maddie.
- ¿Quieres venir arriba?
- Claro... ¿Estás solo?
- Sí
- Vale, vamos.
Me cogió de la mano y me acarició los dedos mientras subíamos juntos la escalera de caracol que lleva al piso de arriba.
Nos sentamos en el sofá de color rojo que hay al lado del ventanal mas grande. Otras parejas se besaban a nuestro alrededor. Algunos gemidos ahogados llegaban del piso de arriba.
- Eres preciosa, ¿lo sabías?
- Si, creo que sí, pero solo suelo serlo aquí
- Te lo dirán muy a menudo
- A menudo, sí
- ¿Te apetece una copa?
- No gracias, prefiero besarte.
-Maddie...
- Louis...